lunes, 17 de febrero de 2014

Solomillos De Cerdo Ibérico Con Cebolla Y Hojaldre.




Vamos a hablar de una comida sencilla que tiene como característica importante elegir una carne de calidad, concretamente de cerdo Ibérico.

El cerdo Ibérico es una reliquia de los tiempos antiguos de la ganadería y pastoreo vinculado al medio natural. Un tesoro insospechado que de forma casi casual ha llegado a nuestros días.

La depreciación de las zonas rurales frente a la oferta de trabajo de las ciudades y de ocio de las masificadas zonas de costa que se produjo durante el último tercio del siglo XX, ha dado como resultado la existencia de reductos de paraísos naturales que fueron creados durante generaciones por la mano del hombre, con el objeto de adaptar terrenos de sierra agrestes, a las posibilidades de explotación de los recursos agropecuarios de un clima continental meridional, de veranos muy calurosos e inviernos fríos.

La dehesa.


Una selección en el tiempo de especies silvestres, cuyo fruto era el alimento fácil y económico para mantener al cerdo, un animal omnívoro de orígenes silvestres que es capaz de sobrevivir con casi cualquier cosa, y que además ofrece una carne de una calidad excepcional.



El bonito paisaje de dehesas que se extiende por todo el sur de España y Portugal es en definitiva un cultivo hecho por la mano del hombre.

Todo el espectro de variedades de los quercus, encinas, alcornoques y algarrobos, acompañadas de otras especies similares.

La eliminación de todo el monte bajo y de cualquier otro tipo de arbolado que impidiese el crecimiento de estas especies, forman este ecosistema sostenible.
El pastoreo de ovejas y cabras completa este ciclo, manteniendo a raya las herbáceas y plantas vivaces y sirviendo de abono idóneo para el arbolado.

El lugar perfecto y equilibrado entre la naturaleza y el ser humano.
Un paraíso cercano que en la actualidad tiene una merecida protección medioambiental como reserva natural insustituible.


Delantal.



Vamos a utilizar los solomillos de cerdo Ibérico.

Es una comida en dos fases, ambas bastante sencillas. Los solomillos en si ya son una comida excepcional, muy fáciles de preparar, aunque hoy vamos a acompañarlos de una forma agradable.

Necesitamos una preparación previa, unas cebollas semidulces.



Primero vamos a cocinar los solomillos.

Se sazonan con sal y pimienta negra molida, después de desprenderles la grasa adherida que puedan tener.



Vamos a utilizar nuestra vieja conocida la olla exprés, aunque no es imprescindible, las características de cocción de este artilugio mejoran el resultado.

Añadimos un fondo de aceite, algunos gajos de cebolla, unos ajosclavo, pimienta negra en grano y laurel, sellamos bien los solomillos por todas partes, hacerlo con paciencia.




Añadimos un vaso de vino seco y dejamos cocinar en torno a 15/20 minutos, no demasiado.
Terminada la cocción abrimos la olla y reservamos la carne dejándola con la salsa para que no pierda su jugo.



Para envolver la carne necesitamos masa de hojaldre, podemos usar una comercial. Si es congelada hay que prever tenerla a temperatura ambiente.

Vamos encendiendo el horno bastante caliente.



Extendemos la masa sobre una superficie enharinada, cortada con la proporción de los solomillos, suficiente para que queden bien envueltos.



Sobre la masa distribuimos una capa regular y homogénea de cebolla semidulce. Colocamos los solomillos enteros y envolvemos con delicadeza.



Sellamos con un tenedor mojado y cortamos las puntas.

Una vez envueltos horneamos a fuego medio, tenemos que vigilar la evolución de la masa, debe quedar algo dorada. Conviene darle alguna vuelta para que se hornee por igual.



Trituramos la salsa y reducimos al fuego añadiendo algo de guindilla y un poco mas de vino.


The End.



Es una comida inmediata, aunque permite recalentarse os aconsejo hornear el hojaldre en el último momento, no tarda demasiado, podemos tenerlo preparado y adecuarlo al ritmo de nuestra comida.




Podéis acompañarla de alguna verdura agradable, en este blog tenéis algunas ideas, champiñones, y/o unas habichuelas con zanahorias.






Un buen tinto es perfecto.


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