miércoles, 27 de marzo de 2013

La Olla Expres. Una ayuda con mal genio.

Este es un cacharro bastante importante en una cocina. Estoy hablando de la olla a presión digamos tradicional no la conocida como olla rápida.
El sistema de cocción es el mismo, pero hay una sutil diferencia entre ambas.
La olla a presión clásica es capaz de cocinar sin líquido, o con muy poca cantidad.










Sin embargo la conocida como olla rápida necesita al menos ¼ litro de líquido de algún tipo.









Esto nos permite sacarle bastantes ventajas.
Vamos a ver qué es lo que hace concretamente esta olla y porque nos sirve.


En realidad una de las ventajas de cocinar con este sistema es el ahorro de tiempo.
Es una cuestión de termodinámica bastante simple. Al estar la olla cerrada herméticamente y no dejar escapar el líquido ni el aire hasta alcanzar una presión determinada, nos permite aumentar al temperatura de ebullición hasta los 130º, Al haber más calor la cocción se hace en menos tiempo.
Y por tanto existe también un ahorro económico.
Pero hay algo más.




Veréis como ese aspecto de platillo volante de película de decorados de cartón esta algo justificado.





En el interior de la olla el líquido nunca llega a hervir.
La cocción se acelera por el incremento de temperatura debido a la presión en el interior.
Cuando cerramos la olla lo que tenemos en su interior es aire, y conforme aumentamos la temperatura vapor de agua de la evaporación del líquido.
De tal forma que es la presencia de aire es la que mantiene el equilibrio interior de estos dos elementos y consigue que nunca haya ebullición.
La válvula es la que regula la presión máxima a que debe llegar la cocción. Es importante recordar que una vez que hemos alcanzado este punto de presión es indiferente mantener el fuego más alto. Por lo tanto podemos usar un fuego moderado y los resultados serán iguales, con el consiguiente ahorro energético.
Hay una serie de reglas básicas de seguridad para su uso, como asegurarnos que este perfectamente cerrada, y una revisión periódica de las dos válvulas y de las gomas de sellado.
Yo no aconsejo enfriar la olla aún caliente con agua, porque entonces se produce la ebullición interior, y respetar los tiempos de despresurización.
Es precisamente el hecho de que nuestra comida se haga sin llegar a hervir lo que hace que la cocción con esta olla sea perfecta para la elaboración de multitud de comidas con unos resultados más que satisfactorios.

Añadir como curiosidad que este invento data de finales del siglo XVII.








Concretamente de 1.679, cuando el señor Denis Papin lo presentó en la Royal Society de Londres, con fines para la elaboración de comida, con no demasiado éxito.
No es hasta 1.919 cuando el español José Alix Martínez comercializa un modelo denominado olla exprés.
En Europa es introducida inicialmente por el alemán Alfred Vischler en el año 1.938.
Pero no es hasta la década de los años 50 cuando la casa francesa SEB (Societé d’Emboutissage de Bourgogne) fabrica la supercocotte que supone la implantación definitiva en el mundo doméstico.







El ruido de la válvula silbando y el canto de algún canario forma parte del patrimonio etnográfico de nuestra cultura mas popular.



En la actualidad estas ollas se han perfeccionado mucho, sobre todo en su sistema de cierre y en la válvula de seguridad.
 





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