domingo, 29 de junio de 2014

Cardos Y Langostinos.





Esta es una comida algo especial, un guiso de marmita. Aparentemente sus ingredientes resultan sencillos y algo contrapuestos.

No es difícil encontrar en toda la gastronomía uniones acertadas entre vegetales y pescados, aunque con mariscos es algo más difícil.
Tenemos que andar rebuscando en recetarios tradicionales de pueblos marineros de las zonas meridionales para encontrar sugerentes comidas, donde el mestizaje entre los productos del mar y de la huerta, ofrecen una acertada unión.

Algunas de estas recetas ya forman parte del suculento Olimpo de las comidas consagradas.


Por recordar algunas.
Las insuperables alcachofas con almejas que se andan cocinando por el Norte de España. 
La sencilla ensaladilla de pulpo andaluza que necesita algo de pimiento verde. 
Todo el repertorio de las empanadas gallegas de mariscos, a destacar la de zamburiñas. 
Sin olvidarnos de los sublimes chipirones con ajetes del levante español.

En esta ocasión unimos a una de las criaturas del mar  más apreciadas por su calidad y sabor en la cocina, el langostino, con un vegetal anodino y sencillo, lo cual no significa que sea una de las verduras más interesantes y sanas en nuestras marmitas.
De las múltiples bondades de sabor y propiedades saludables del langostino ya hemos estado hablando en algo del mar.

Nuestro otro acompañante, el cardo común, o cardo de huerta es otro prodigio. Una planta insignificante, casi silvestre, que se adapta a casi cualquier clima.





Se trata en realidad de un tallo, pariente muy cercano de la alcachofa, comparte muchas de sus propiedades.
Su cultivo en algunas zonas llega  a ser muy sofisticado a pesar de su sencillez. 
El tallo suele cubrirse con tierra hasta su consumo al objeto de evitar su exposición al sol y conseguir así un color blanquecino que repercute en su sabor suave.
El resultado son las pencas libres de espinas y la piel rugosa que las protege, para dar paso a un interesante vegetal muy sabroso.

Para consumirlo es aconsejable cocerlo previamente.



Delantal.





Los cardos de cocina de cierta calidad son difíciles de encontrar, son cultivos muy específicos vinculados a zonas rurales. 




Si no tenemos acceso a ellos es mejor recurrir a algún envasado de calidad de los muchos que podemos encontrar, que normalmente viene ya cocidos.

Escurrimos los cardos después de enjuagarlos.

Utilizaremos unos langostinos crudos, si no los encontráis frescos podemos usar alguno congelado.

Pelamos los langostinos reservando las cascaras y las cabezas para un fumet




Guardamos los langostinos en un lugar fresco.

En un cazo añadimos agua para cubrir los despojos y ponemos en ebullición, cuando comience a hervir retiramos inmediatamente, colamos el caldo y reservamos.





Utilizamos una cazuela refractaria, ponemos a calentar con un fondo de aceite. 
Añadimos unos dientes de ajo cortado en láminas, no hace falta cocinarlos demasiado.






Añadimos los cardos y dejamos sofreír junto con los ajos, moviendo con delicadeza. 
Añadimos también un poco de vino blanco seco, cubrimos con parte del caldo y dejamos cocinar, si estamos usando unos cardos ya cocidos no necesitaremos demasiado tiempo, apenas 10 minutos.





Es importante no tapar nuestra cazuela para que las verduras no se reblandezcan con la cocción y resulten tersas.

Podéis añadir ahora algo de sal de forma moderada y un poco de pimentón, a ser posible picante según os guste.

Es el momento de agregar nuestros langostinos, movemos con cuidado y dejamos cocinar, no necesita demasiado tiempo el justo para que el marisco este en su punto.




Un poco de reposo ayuda a trabar la gelatina del langostino con el aceite.


The End.

Servirlo templado, aunque admite recalentarse.






Un buen vino blanco seco será el acompañamiento ideal de esta deliciosa comida.



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