jueves, 28 de marzo de 2013

Algo del Mar


Una forma agradable de introducir una comida que pueda resultar abundante es con algo de marisco.
 
Concretamente un crustáceo, el langostino.
 



 

Los langostinos necesitan un clima cálido y suelen criarse en aguas poco profundas con fondos arenosos cerca de las desembocaduras de grandes ríos y de marismas.
Hay bastantes variedades, en España tenemos algunas de las mejores en; Sanlúcar de Barrameda, en la Manga del Mar Menor, delta del Ebro, Vinaroz Palamós y en Mallorca.
 
Desde luego, cuando probamos un langostino fresco, recién cocido, aun ligeramente templado, es difícil de olvidar.



Aunque el precio del langostino de captura suele ser en el mercado bastante alto.
Se puede encontrar fresco por nuestras costas de forma fácil, tanto de captura como de criadero, éste con un precio más razonable. Y con una buena calidad.
También lo encontramos congelado fuera de temporada proveniente de multitud de sitios. Los caladeros de Argentina y Patagonia, de Senegal, y el de gran tamaño llamado Jumbo, de Asia.
Si los vamos a usar los congelados, algunos vienen cocidos y otros crudos. Yo recomiendo usar los crudos descongelarlos y cocerlos en casa.

 
 
 
Resulta muy fácil de cocer, necesitamos una cacerola grande con agua abundante puesta a hervir.
Cuando rompa a hervir echamos a la criaturas, tenemos que estar atentos, Cuando el agua vuelva a ebullición inmediatamente retiramos los mariscos y los colocamos en un escurridor.
Es entonces cuando añadimos la sal. Esperamos a que se retire el vapor de agua y ponemos en hielo, o guardamos en el frigorífico para que se enfríen un poco.
 
Lo de hervir los mariscos es un poco relativo, yo os he contado como me gusta a mí, no añado ninguna especie como laurel o clavo, y no enfrío demasiado bruscamente. Y la sal al final.
Me gusta tomarlos ligeramente templados.
 
 



 

 

El langostino es una fuente importante de salud, tiene una gran cantidad de yodo, el triple que sus parientes las gambas. Proteínas, y multitud de otros minerales y vitaminas.
Solo contraindicado para los que padezcan la elegante dolencia de acumulación de ácido úrico.
 
Para acompañarlos podemos hacer una famosa salsa cóctel.
Algo de mayonesa, un toque de kétchup. Algo de coñac y un toque suave de picante (Tabasco) que refuerza el sabor del marisco.
Mezclamos bien todo en un cacharro y listo.
 



 

 
 
Lo del kétchup, insospechadamente es también una reliquia.
Es una salsa de origen oriental, concretamente de Malasia. O maya, no se sabe bien.
Ya en el año 1.690 existía en Inglaterra una salsa llamada cátsup. Un antepasado, importado de las colonias británicas de Asia.
Pero fue el norteamericano señor Henry Heinz (sic) al añadirle el tomate concentrado, quien logró comercializarlo en 1.876.
El kétchup nos permite divertirnos un poco si intentamos prepáralo nosotros mismos.
Tenemos que usar de base algún concentrado de tomate, añadir azúcar o melaza, cebollitas encurtidas, algo de vinagre y las especies que e nos ocurran.


No hay comentarios:

Publicar un comentario