miércoles, 5 de febrero de 2014

Salsa De Tomate




Esta es una de esas comidas fecundas y versátiles, es conocida por todos por sus múltiples usos en nuestra cocina cotidiana.

La aplicación de esta salsa a algunos de los platos más estandarizados de comida rápida, ha llevado a este interesante ingrediente a  ser uno de los más consumidos en el mundo.

Ya hemos estado contando que el tomate que llego de América no fue realmente introducido en nuestras cocinas hasta bien entrado el siglo XIX, cuando empezó a formar parte de nuestras comidas, sobre todo en Italia, donde ha llegado a ser un ingrediente esencial junto con sus quesos y masas para pasta.



Podemos recordar las salsas de tomates para pizzas y pasta, normalmente aromatizadas con alguna hierba natural y aceite de oliva.
El tomate frito español, es otra variedad de esta salsa, asociada a comidas de campo. Acompaña a guisos de caza, de corral y suculentos pistos de verduras.
Pero también la encontramos en la comida mejicana y tropical, aderezada con moles, chile, limón y otras especies. Con toda el espectro de sabores y matices según las comidas, desde rellenos de tortas a ensaladas con aguacates y otras frutas.
Aun avanzamos un paso más si pensamos en los mestizajes con comidas indias que han dado lugar al kétchup y sus derivados, tan común en la comida rápida anglosajona.


Después de todo este apetitoso recorrido os voy a contar como hacer una salsa de tomate tradicional, un guiso antiguo de marmita y paciencia, una de esas comidas de fondo de cocina.

Nos sirve para casi cualquier cosa.
Pasteles de verduras salados, preparaciones con huevos, pescados, carnes y fiambres y por supuesto para la pasta.


Delantal.



Los ingredientes pueden variar pero fundamentalmente necesitamos unos tomates bastante maduros, algo de apio, cebolla o puerro, zanahoria, algunas especies como pimienta negra y algo de albahaca.
Y nata o crema para espesarla y darle textura.


Primero quitamos la piel a los tomates y extremos la pulpa.

Lo más sencillo es cocerlos ligeramente con agua un instante hasta que la piel se desprenda fácilmente.


También podéis usar un tomate en conserva entero pelado que se suelen encontrar de muy buena calidad.

Vamos cortando las hortalizas en trozos pequeños regulares de tamaño.


En un fondo de aceite y mantequilla rehogamos las verduras, empezamos por la cebolla, después añadimos la zanahoria y el apio, es el momento de algo de pimienta negra y la albahaca.

Es conveniente añadir algo de tomate concentrado o un tomate desecado para aumentar el matiz del sabor del tomate.


Dejamos cocinar a fuego bajo tapado sin prisa. Podemos ir pelando los tomates.

Añadimos la pulpa de los tomates en trozos no muy grandes, conviene corregir la acidez de los tomates con algo de azúcar, incluso con algún licor dulzón.


Dejamos cocer tapado a fuego lento un buen rato.

Notaremos por el aroma que ya está listo, entonces añadimos la crema, mezclamos muy bien. Es el momento de corregir el aderezo y la sal.



Podéis añadir alguna otra especie según la comida que acompañe, como laurel, o guindilla, pimentón, perejil…aunque os aconsejo solo un matiz y evitar sabores intensos.



Dejamos cocinar algo de tiempo sin tapadera.

Una vez terminado dejamos reposar y trituramos muy bien, debe de quedar una crema homogénea.


The End.





Es importante usarla caliente, o al menos templada.

En ocasiones si utilizamos un tomate muy maduro y una zanahoria de tipo ecológico, que tiene un color menos intenso, puede resultar la salsa con un aspecto algo apagado de tono, podemos añadir azafrán o un colorante alimentario para aumentar el matiz anaranjado y que resulte más viva y atractiva de aspecto.
Pero no preocuparos, este defecto resulta insignificante cuando la probéis.


El objeto de esta salsa es que resulte atractiva al paladar por la combinación entre el cierto ácido del tomate matizado con el dulzor del resto de los ingredientes.


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