martes, 19 de noviembre de 2013

Arroz Con Conejo




Ya nos cuenta Alejandro Dumas en su Diccionario de Cocina de la importancia de la carne de conejo en la alimentación del sur de Europa desde tiempos antiguos.

El conejo es un mamífero de fácil crianza que se ha adaptado perfectamente al hábitat del clima cálido de la cuenca mediterránea occidental.
También resulta fácil de criar en cautividad, ha formado parte fundamental de los pequeños corrales domésticos junto con gallinas, pollos y pichones.




La fecundidad de las hembras garantizaba una producción de conejos casi continua.
No solo su abundante crianza servía para avituallar las despensas, también su piel ha sido muy apreciada a lo largo de la historia para la marroquinería.

Para los amantes de las mascotas, recordar que este simpático y tímido animal es un excelente compañero, que se adapta a nuestro hogar y es capaz de convivir con perros, gatos y pájaros.



El conejo ya no es tan habitual en nuestras mesas, salvo en las de campo.
Ha pasado a ser una rareza solicitada en las excursiones en busca de la naturaleza.

Su carne es bastante sabrosa y nutritiva, con muy poca cantidad de grasa. Lo cual la hace perfecta para una dieta completa, junto con las leguminosas y cereales.
La carne de conejo forma una parte fundamental de la renombrada dieta mediterránea.

De la multitud de comidas y recetas que se pueden elaborar con esta carne esta es una de mis preferidas. Ya hablaremos de alguna que otra interesante.

Se trata de un guiso de marmita, una comida de campo antigua, adecuada para los primeros fríos del otoño que ya nos hacen pensar en el invierno.

Es una gran comida.


CORRAL CON CONEJOS Y SPANIEL.  FEDERICO GIMÉNEZ FERNÁNDEZ. 1.880(?) 
ALCALA SUBASTAS.  MADRID


Necesitamos un conejo, no son difíciles de encontrar en nuestros mercados con la llegada del otoño.
Buscar alguno de cierta calidad, a ser posible fresco, es posible que lo encontremos aun con su piel suave y que tengamos que asistir al final del sacrificio de esta criatura.

También podéis conseguirlo congelado de bastante calidad en supermercados  mayoristas con de algo de nivel en sus productos.


Delantal.




Conviene que el conejo venga troceado, normalmente lo hace nuestro carnicero bastante bien.
Es conveniente seleccionar sobre todo los trozos con más cantidad de huesos, como el costillar y por supuesto la cabeza.

Es también importante que nos reserven la casquería, el hígado y los riñones. Y no sobra que aun este algo ensangrentado.

Empezamos con las verduras, Unos guisantes, y unas habichuelas verdes, las partimos en trozos regulares no demasiado grandes.
Las reservamos bien limpias.



Hay un ingrediente interesante, que no es fundamental, pero que tiene su importancia. Unos judiones de El Barco, que tendremos a remojo la noche anterior.
Este tipo de legumbre es muy común en muchos platos de arroz levantinos.
El objeto de  este intruso es absorber los sabores algo fuertes de algunas carnes de monte que suelen aderezar comúnmente estos arroces, sobre todo los denominados de montaña.
Empezamos con nuestra preparación. Como en muchas comidas antiguas necesitamos obtener primero un fondo. La base de nuestra comida.



Sobre una cazuela amplia, un fondo de aceite, sofreímos los higaditos del conejo, con dos dientes de ajos laminados.
Más bien asados que fritos. Reservamos en un mortero.

Sofreímos ahora los trozos de carne de conejo seleccionados, bien por todas partes.




Añadimos un tomate rallado.

Mientras majamos los ajos y los higaditos con una buena rama de perejil, hasta conseguir una pasta homogénea.




Cuando notemos que están bien dorados añadimos las verduras, y las legumbres, cubrimos con agua limpia y fresca abundante.

Añadimos el contenido de nuestro  mortero y una rama de perejil.

Distribuimos bien y dejamos cocer tapado a fuego alegre durante al menos 1 hora, hasta que la carne este tierna y suelta.




Una vez terminada la cocción separamos la carne del caldo, y la reservamos, limpiándola de sus huesos y partiéndola en trozos no muy grandes.

Seguimos con nuestro caldo, añadimos un poco de azafrán tostado diluido en un poco de caldo, añadimos sal a nuestro gusto.

Mientras llega a ebullición costamos unos níscalos en trozos no muy grandes y los lavamos bien con agua clara.



Añadimos las setas al caldo y el arroz, la proporción adecuada es sencilla un puñado por persona.
Si no tenéis practica con esta unidad e medida, utilizar una taza pequeña de café para dos personas.
Completamos nuestro guiso con los trozos de carne de conejo y con las setas.

Dejamos cocinar unos 15 minutos a fuego vivo.

Es importante la proporción de caldo, que debe ser abundante, pero no excesiva. 
Después de este tiempo necesita algo de reposo unos 5 a 10 minutos. Lo justo para sentarnos en la mesa e ir sirviendo el vino.




Notareis que en el reposo aun espesa algo más.


The End.






Es una comida contundente para un almuerzo de otoño, os aconsejo no tomar nada después de este arroz.

Bueno, quizás dos postres distintos y complementarios.


Por dar alguna idea, unas naranjas confitadas y algo de dulce de membrillo del que se prepara en esta época.



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