jueves, 7 de noviembre de 2013

"Arlequin" De Zanahorias Y Acelgas





De nuevo las verduras nos visitan, y de nuevo nos aportan una fuente inagotable de propiedades saludables.

En esta ocasión otra unión feliz.


Las zanahorias de las que ya hemos hablado en Zanahorias Con Habichuelas Verdes Glaseadas.

Solo recordar el beta-caroteno que también nos aporta su compañera de receta, la acelga.

La acelga, otro privilegio de la naturaleza, es una planta muy común, prácticamente una hierba.
Los que tengáis huerto sabréis que si en algún momentos se nos ha ocurrido echar alguna semilla de acelga, las tendremos con nosotros para siempre. Irán saliendo por los bordes de manera aleatoria y vivaz.
Esta afortunada fecundidad supone un gran privilegio ya que la acelga es una fuente de salud que se deja cocinar de muchas formas.

Es prácticamente agua, aunque aporta beta-caroteno, una cantidad importante de vitamina A, que como ya hemos comentado alguna vez es la responsable de controlar los radicales libres y evitar la oxidación.




Entre muchas de sus ventajas saludables, la acelga apenas proporciona calorías, es un importante diurético con gran aporte de fibras, lo que la hace imprescindible para dietas de adelgazamiento y muy útil en tratamientos cardiovasculares.

A pesar de su simplicidad tiene numerosos minerales, como su parienta la espinaca, lo que supone un refuerzo del sistema inmunológico. 
Favorece el crecimiento y su consumo es muy recomendable en periodos de bajadas de defensas y anemias.


Pues vamos a ver qué podemos hacer con esta feliz unión.

Esta es una comida de acompañamiento. Nos sirve para muchos platos, tanto de carne como pescado.

A mí me parece muy adecuada para las carnes de sabor algo recio, como aves silvestres y caza, porque tiene un matiz afrutado y suave a nuestro paladar que contrasta con la densidad del sabor y la textura de ese tipo de carnes y sus salsas.

Vosotros mismos podéis decidir.



Necesitamos un buen manojo de acelgas, ya que esta planta disminuye mucho de volumen en su cocción al perder la parte importante de agua.

Normalmente debemos de buscar una acelga fresca de buen color de un tamaño medio, las más pequeñas recién cogidas son deliciosas para tomarlas crudas. Si tenéis oportunidad de probarlas es una forma de reconciliarnos con la naturaleza.

Las zanahorias son muy comunes pero buscarlas de la mejor calidad, porque el sabor es mucho más intenso.
No es difícil encontrar en nuestros mercados un cultivo ecológico de esta planta.


Delantal




Esta es una receta sencillamente laboriosa, necesitamos hacerla por separado y luego unir las preparaciones.

Pelamos las zanahorias y troceamos de forma regular en trozos no muy grandes.



Ponemos a cocer en una cazuela con agua que las cubra.


Necesitaremos bastante tiempo, como ½ hora, deben de quedar bien cocidas para hacer una pasta con ellas. 



Reservamos, conviene aplastarlas antes de que se enfríen, lo hacemos con un tenedor o bien utilizamos una procesadora.



Mientras lavamos bien las acelgas, conviene sumergirlas en agua y enjuagarlas bien.
Las secamos y cortamos en trozos pequeños y regulares.



Sobre un fondo de aceite algo caliente ponemos las acelgas, movemos y dejamos cocer tapado para que evaporen su agua que servirá para cocerlas, no necesitan demasiado tiempo, veréis que se reducen bastante, dejar cocer destapado para evaporar el agua, escurrir bien y reservar.













Ya tenemos nuestras verduras coidas. Ahora hay que hacer una preparación previa importante también por separado.

Sobre una sartén un fondo de aceite y mantequilla. Empezamos con las zanahorias se rehogan con sal, pimienta y algo de azúcar.
Cuando estén bien trabadas se reservan.



Hacemos lo mismo con las acelgas, añadimos, sal, azúcar y cilantro. Esta especie es importante en esta receta por su sabor característico, que le proporciona a las acelgas unos matices interesantes.



Una vez tenemos nuestras dos preparaciones es hora de unirlas. Ya en si constituyen un magnifico acompañamiento, este paso es una forma de adornarlo, un cierto artificio que resultara agradable en nuestra mesa.




Necesitamos un cacharro refractario que sea algo hondo, el horno bastante caliente. Lo untamos bien con mantequilla.



Ahora colocamos nuestras verduras, presionando bastante.

Una de las gracias de esta receta es distribuirlas de forma ordenada con alguna clase de geometría para que al desmoldarlo obtengamos una cierta composición, de ahí su nombre.


Yo he usado un ajedrezado en cuatro cuartos, si el molde es mayor podéis crear composiciones más atrevidas.

Horneamos un tiempo de tal forma que pierda parte del agua y se una.

Os sorprenderá que el resultado siempre queda bien.




Desmoldamos y servimos.




Podemos tomarlo caliente, o a temperatura ambiente, según vuestra comida.

La mezcla de sabores supone un complemento interesante con el plato al que acompañe.






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