miércoles, 6 de mayo de 2015

Habas Tiernas Salteadas.





Cuando las habichuelas llegaron de América con los conquistadores allá por el siglo XV fueron rápidamente asimiladas en el viejo continente.
Su parentesco directo con otra legumbre, las habas, muy común en Asia y la vieja Europa, las aparataba de los prejuicios gastronómicos de la época hacia otras novedades de ultramar. 

Las habas ya se conocían desde antiguo, su enorme facilidad de cultivo en climas templados y la posibilidad de conservación en seco junto con sus grandes propiedades alimenticias les abrió las despensas de los hogares de muchas civilizaciones.
Y parece ser que aún sigue siendo así, algunos de los países de mayor producción de esta legumbre en la actualidad son, Egipto, Etiopia y China.

Reiteramos muchas veces en este blog la importancia de las verduras en nuestras comidas habituales como paradigma de salud, pero si además, como es el caso de las habas, suponen una delicia para nuestro paladar esa insistencia está más que justificada.

Decididlo vosotros mismos.




Otras muchas virtudes de este increíble vegetal lo convierten en un ingrediente indispensable de una buena alimentación.
Las habas como muchas de las legumbres se pueden consumir aun tiernas con la vaina, o bien secarlas, lo que tiene la enorme ventaja de poder conservarlas con facilidad. Algo que no pasó desapercibido para nuestros antepasados.

En ambos casos sus propiedades varían de forma significativa. 
Si existe algún tipo de regla genérica podemos establecer que las legumbres tiernas son algo más saludables que las secas.
En el caso de las habas esta diferencia es muy evidente.

Las habas aun tiernas tienen un tamaño reducido y pueden consumirse con su vaina lo cual supone un aporte de fibra y vitaminas.




Entre las múltiples ventajas de estos vegetales podemos hablar de una cantidad importante de proteínas vegetales y de hidratos, que curiosamente cuando están secas aumentan de forma considerable.
Algo parecido ocurre con los minerales destacando el potasio, calcio y el fósforo que en la legumbre seca son más abundantes.
Contrariamente sus vitaminas se aprovechan mejor con la legumbre fresca, cuando aún conserva una parte importante de agua.

Toda esta cantidad de elementos hacen que estas legumbres tengan muchas propiedades beneficiosas.
Son diuréticas y depurativas por su contenido en sodio, con su correspondiente repercusión para combatir la hipertensión y la circulación sanguínea.

Aún hay más.

Son especialmente adecuadas para dietas de reposición y de refuerzo alimentario en el crecimiento gracias a sus proteínas e hidratos.
Tienen una baja cantidad de azúcar y recientes estudios les atribuyen beneficios para regular índices altos de colesterol.
Son adecuadas para dietas de adelgazamiento con la única prevención de moderar su consumo como legumbre seca ya que tiene un aporte considerable de calorías.

Vamos a cocinar unas habas aún tiernas con su vaina, toda una experiencia gastronómica.


Delantal.




Puede que no resulte fácil encontrar en nuestros mercados las habas tiernas, son los primeros brotes que aparecen cuando la primavera comienza a dar paso al verano.
La utilización de la vaina aporta a este plato una característica especial que solo es posible apreciar cuando esta verdura está bastante tierna.
Si no os fuera posible podéis recurrir a utilizar la legumbre de un tamaño mayor aun verde, desechando la vaina.

Lo más frecuente es encontrar las habas tiernas envasadas. Congeladas o en conserva.
Se las suele denominar con el ridículo nombre de habitas baby.

Si nuestras verduras vienen de alguna huerta tenemos que lavarlas muy bien con agua clara.
Estas verduras pueden tener algo de savia al partirlas que conviene retirar enjuagándolas ya partidas.
Como siempre escurrimos bien.



Se trata de una comida que solo necesita algunos ingredientes tan simples como imprescindibles.
Una cebolla grande, jamón curado, a ser posible de cerdo ibérico y hierbabuena, o en su defecto albahaca o menta.




Podéis evitar la sal porque ya la tiene el jamón.
En todo caso añadimos algo de pimienta negra molida.
Pelamos y cortamos nuestra cebolla en trozos pequeños.






Necesitamos una sartén amplia, clocamos un fondo de aceite abundante a calentar a fuego moderado, dejamos cocinar la cebolla junto con las especias para aprovechar su sabor.




Como siempre comentamos este proceso mejora si usamos una tapadera que nos va a permitir aprovechar el jugo de la cebolla, evitaremos que al no evaporarse no se llegue a quemar esta primera preparación.




Cuando notemos que la cebolla va adquiriendo un tono dorado transparente y un cierto olor agradable impregne nuestra cocina añadimos las habas.
Mezclamos bien con delicadeza y cocinamos a fuego medio sin tapadera. Conviene que este proceso sea algo lento y que  permita que la savia de nuestras habas impregne bien toda la comida.
Podemos añadir algo más de aceite.




Cuando las habas vayan cocinándose irán adquiriendo un tono más oscuro, no necesitan demasiado tiempo, entorno a unos 15 o 20 minutos.
Notaremos que nuestra comida está casi lista añadimos el jamón partido en trozos pequeños y volvemos a mezclar bien.
Es el momento de añadir algo más de hierbabuena para aromatizar el plato.




Dejamos cocinando a fuego bajo hasta que la grasa del jamón impregne bien el resto de ingredientes.

No le estorba a esta comida algo de reposo. Como buena comida campestre la paciencia es también un ingrediente a tener en cuenta.


The End.






Este plato debe tomarse algo templado para poder apreciar los matices del sabor del campo.

Es una comida perfecta para un entrante junto con algo de vino y un buen pan.

Suele acompañarse con huevo cocido, aunque yo tengo cierta preferencia por hacerlo escalfado.

O incluso frito.





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