lunes, 2 de junio de 2014

Salsa de Naranjas.






Una salsa interesante que nos va a servir para acompañar multitud de comidas, desde pescados a carnes algo recias de sabor, como aves silvestres, pavo y caza.

Su ligero sabor agridulce la emparenta con toda la secuencia de salsas, fundamentalmente inglesas, que provienen del interesante mestizaje con la cocina india y asiática. Costumbres de la cocina que llegaron a la vieja Europa junto con la multitud de mercancías y especies.
Una curiosidad exótica que abrió la imaginación de los cocineros antiguos ingleses, holandeses y portugueses y que durante la gran cocina de la época barroca consolidaron todo un mundo de nuevas formas y sabores de nuestra comida.

La gran variedad de comidas en estos, y otros países, crearon la forma de comer actual, un inicio del mestizaje entre culturas que tuvo su reflejo inmediato en nuestras mesas.
De la ambición y la avidez de recursos de las viejas metrópolis surgió una insospechada forma de cultura gastronómica que perdura en nuestros días.

También las comidas tradicionales de la vieja Europa se exportaron a los países lejanos con la colonización y dieron lugar a agradables intercambios gastronómicos con una interpretación adaptada a los productos y costumbres de aquellos lugares.




Las naranjas llegaron a Europa desde India y China allá por el año mil.  En un primer momento la variedad amarga fue la más común, hay que esperar al siglo XV cuando marineros portugueses introducen la variedad dulce desde la India.

La versatilidad de este fruto y su importancia en el aporte de vitaminas para combatir el escorbuto la hizo una compañera de viaje, junto con su pariente, el limón, insustituible en las travesías de ultramar, lo que provoco su implantación en multitud de países lejanos de clima templado.

La naranja se cultiva por casi todo el mundo, aunque los principales productores en la actualidad son Brasil y Estados Unidos.


Delantal.




Necesitamos unas naranjas de mesa de calidad, como dos o tres de tamaño mediano.




Rallamos la piel de una de ellas y reservamos. 

Con el resto hacemos un zumo justo en el momento de cocinar, para que no pierda su sabor.



Una cebolla pequeña cortada muy fina, o rallada y un poco de ajo picado.
Ponemos a calentar un cazo con un fondo de aceite y mantequilla, dejamos dorar la cebolla sin que llegue a quemarse.



Añadimos un vaso mediano de vino blanco seco y uno pequeño de algún licor que lleve naranja en su destilación, serviría un Chartreuse, Cointreau o cualquiera similar.
El conocido como Licor 43 español, está elaborado con 43 variedades de cítricos y especies.

Añadimos el zumo de naranja y un poco de sal y pimienta negra molida. Dejamos cocinar a fuego lento un buen rato hasta que se vaya evaporando y reduzca bastante.





Una vez tengamos nuestra mezcla llegando a su esencia utilizaremos algo de crema o nata, aunque  en este caso yo os aconsejo usar un derivado vegetal de los muchos que podemos encontrar, bien a base de avena o de soja.
Este tipo de productos no solo resulta algo más sano que los obtenidos de la leche, además aporta un matiz de sabor algo más suave.

Mezclamos bien con un fuego bajo hasta que la mezcla sea homogénea.

Trituramos con una procesadora y dejamos reposar hasta que se enfríe, esta salsa mejora algo con el descanso.


The End.






Esta salsa debe servirse siempre algo templada, tiene una interesante textura suave algo gelatinosa y un discreto sabor dulce que podéis potenciar con algún encurtido como alcaparras.



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